Nadie afirma que el padre argentino Jorge Bergoglio haya ido públicamente contra el terror "anticomunista", al igual que algunos otros líderes de la iglesia en América Latina, en particular de El Salvador, como el arzobispo Oscar Romero, nacido el 15 de agosto de 1917, quien luego se convirtió en una víctima de los asesinos de la extrema derecha en 1980. El 2017 marcará el 100 aniversario del nacimiento de Romero, año anunciado como posible fecha de su elevación a santidad por la iglesia católica.
A continuación la entrevista que Anibal Ibarra le hiciera al padre Pablo Migone, actualmente en la diócesis de Savannah, Georgia, sobre la relación de la Santa Sede y monseñor Romero. El padre Migone es descendiente peruano y estudió en El Vaticano, de ahí la trascendencia de su comentario.
En 1980, en medio de una guerra financiada por Estados Unidos la Comisión de la verdad de Naciones Unidas que la calificó genocida, prometió al pronto-a-ser-asesinado Arzobispo Oscar Romero que la historia que es de vida, no de muerte, tendría la última palabra. "No creo en la muerte sin resurrección", dijo. "Si me matan, seré resucitado en el pueblo salvadoreño."
Romero pidió la intervención internacional. Estaba solo. La gente estaba sola. En 1980 la guerra cobró la vida de 3.000 al mes, con cadáveres obstruyendo las corrientes y cuerpos torturados arrojados en vertederos de basura y calles de la capital semanalmente. Con una sola excepción, todos los obispos salvadoreños le dieron la espalda a él, a tal punto que hasta enviaron un documento secreto a Roma, acusándolo de estar "politizado" y de buscar popularidad.
A diferencia de ellos, Romero se había negado una vez a asistir a una función de gobierno hasta que se detuviera la represión del pueblo. Cumplió esa promesa que le ganó la enemistad del gobierno y los militares y un asombroso amor de la mayoría pobre.
Romero fue una sorpresa histórica. Los pobres nunca esperaban tener a alguien a su lado y las élites de iglesia y del estado se sintieron traicionados.
Fue un candidato elegido para encabezar el episcopado con compañeros conservadores. Era predecible, un ortodoxo piadoso conocido por criticar al clero progresista de la teología de la liberación, tan alineado con los empobrecidos agricultores quienes buscaban la reforma agraria.
Pero un acontecimiento tendría lugar a tres semanas de su elección que transformaría al Romero ascético y tímido. El primer sacerdote del nuevo arzobispo, Rutilio Grande, fue emboscado y asesinado junto a dos feligreses. Grande estaba en la “lista negra” porque defendía los derechos de los campesinos para organizar cooperativas agrícolas. Dijo en una ocasión que los perros de los terratenientes comían mejor que los niños campesinos cuyos padres trabajaban sus campos.
Oscar Romero dio su última homilía el 24 de marzo de 1980 mientras decía misa en la capilla de la Divina Providencia. Momentos antes de que un francotirador lo derribara, reflexionando sobre la escritura, dijo: “Uno no debe quererse mucho, evitando involucrarse en los riesgos de la vida que nos exige la historia, y defenderse del peligro a perder la vida”. La homilía, sin embargo, que selló su destino tuvo lugar el día anterior cuando tomó el paso aterrador de enfrentarse públicamente a los militares.
En cada aniversario de su muerte, las personas marchan por las calles llevando esa promesa impresa en miles de banderas. Las madres preparan pupusas (gruesas tortillas con frijoles) y a los niños para un paseo de dos a cuatro horas a pie por la ciudad para recordar al gentil hombre a quien llamaron “monseñor”.
A 34 años del asesinato del arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, la celebración de su vida continúa. La “peregrinación de la luz" es llamada así porque Monseñor Romero "es la luz de estas personas".
El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador, Monseñor Gregorio Rosa Chávez, durante la peregrinación manifestó: "Como iglesia, estamos muy cerca de su beatificación, todas las señales indican que se aproxima esta fecha".
La peregrinación, organizada por la Fundación Romero para conmemorar el asesinato del arzobispo, es conocida como la "peregrinación de las luces" y se ha convertido en una tradición: se camina por varias calles de San Salvador: desde la Plaza Salvador del Mundo (donde hay una estatua de Monseñor Romero) a la Catedral Metropolitana, en cuya cripta está enterrado.
También este año hubo más de 3.000 personas presentes, muchos jóvenes, pertenecientes a organizaciones católicas, estudiantes y grupos sociales, así como muchos cristianos llegados de América Central, América del sur, Estados Unidos, Canadá e incluso de países europeos.
Proceso de Beatificación y Rectificación Histórica
El proceso de beatificación del arzobispo Romero fue inaugurado en el Vaticano en 1994 y fue relanzado en el 2013 por el Papa Francisco. Es difícil determinar si es una rectificación histórica de la iglesia del padre Jorge Bergoglio, de los 80, o algo más personal para el papa argentino por haber vivido la “guerra sucia”.
“Los designios del Señor son insondables”, conforme a las Escrituras. En el caso de Bergoglio y Romero, vaya que sí.
El cardenal cubano Jaime Ortega, enviado especial del Papa Francis en el V Congreso Eucarístico Nacional en El Salvador, pidió la canonización de Monseñor Oscar Romero.
"Pedimos al Señor el honor de los altares para él", dijo el arzobispo de la Habana en su homilía durante la ceremonia realizada en Santa Tecla con la presencia de miles de fieles. La Eucaristía celebrada el 11 de agosto del 2013 no fue solo la clausura del V Congreso Eucarístico Nacional, sino también el cierre del centenario de la Arquidiócesis de San Salvador y de la diócesis de Santa Ana y San Miguel.
La celebración contó con la presencia del arzobispo de Tegucigalpa, Cardenal Oscar Rodríguez, los obispos locales y de otros países centroamericanos; decenas de miles de laicos, sacerdotes, seminaristas y fieles quienes expresaron su alegría y entusiasmo cuando escucharon el nombre de monseñor Romero.
Luego agregó: "El Papa argentino, Jorge Mario Bergoglio, que tengo el placer de conocer personalmente, tiene una devoción hacia Mons. Romero y la convicción de que es un santo y mártir".
Monseñor Romero es recordado y admirado por denunciar las injusticias cometidas durante el conflicto armado en El Salvador, que duró doce años y que causó 75.000 muertos, 8.000 desaparecidos y 12.000 discapacitados. Quizá muchos católicos en el mundo querrían olvidar esa época sangrienta, no solo para los aguerridos curas sino para la feligresía pobre también.
Olvidar y perdonar es más fácil igualmente para aquellos en Estados Unidos quienes formaron parte de la “mayoría silenciosa” o la “mayoría pacifista” convertida en complicad con las atrocidades.
Antecedente de Violencias y de Acomodos
En la década de 1970, el padre Jorge Bergoglio se enfrentó ante un momento de verdad: Acomodarse con la Argentina de los militares neo-Nazis quienes hacían “desaparecer” a miles de sacerdotes, o enfrentarlos con valentía y poner en peligro su carrera. Como muchos otros líderes de la iglesia, el ahora papa Francisco tomó la ruta segura, según el investigador histórico Robert Parry.
La elección del cardenal argentino Jorge Bergoglio como Papa Francisco trae en foco preocupante el papel de la jerarquía católica bendiciendo a gran parte de la brutal represión que recorrió América Latina en la década de 1970 y 1980, matando y torturando decenas de miles de personas incluyendo a sacerdotes y monjas acusados de simpatizar con los izquierdistas.
La reacción con fiereza defensiva del Vaticano ante el resurgimiento de estas preguntas, que se relacionan con el nuevo Papa, también es una reminiscencia del patrón de las negaciones engañosas que se convirtieron en otro sello de aquella época. La propaganda fue considerada como parte integrante de la lucha "anticomunista", que a menudo fue apoyada económica y militarmente por la Agencia Central de inteligencia de Estados Unidos (CIA).
Parece que Bergoglio, quien era jefe de la orden jesuita en Buenos Aires durante la sombría "guerra sucia" de Argentina, mayormente estaba preocupado en su ascenso burocrático dentro de la iglesia antes que condenar a las fuerzas de seguridad argentinas "desapareciendo” a unas 30.000 personas por tortura y asesinato de 1976 a 1983, incluyendo 150 sacerdotes católicos sospechosos de creer en la "teología de la liberación" que enarbolaba la predilección preferencial por los pobres.
Tanto como el papa Pío XII quien no desafió directamente a los Nazis durante el Holocausto, el padre Bergoglio evitó cualquier confrontación directa con los neo-Nazis que estaban aterrorizando Argentina. Los defensores del Papa Francisco hoy, como los apologistas de Pío, afirman que su intervención en silencio salvó a muchos individuos.
En lugar de llevar la carga económica y política de cambio real en América Latina, Juan Pablo II denunció la "teología de la liberación". Durante un viaje en 1983 a Nicaragua – entonces gobernada por el izquierdista Sandinista – el Papa condenó lo que llamó la "iglesia populista” y no dejó que Ernesto Cardenal, sacerdote y ministro en el gobierno Sandinista, besara el anillo papal. También elevó a los clérigos como Bergoglio que no protestaron contra la represión de extrema derecha.
Juan Pablo II parece haber ido aún más lejos, permitiendo que la iglesia católica en Nicaragua sea utilizada por la CIA y la administración de Reagan para financiar y organizar las perturbaciones internas mientras los violentos Contras nicaragüenses aterrorizaban a ciudades del norte nicaragüenses con ataques conocidos por violación, tortura y ejecuciones extrajudiciales.
Los Contras fueron originalmente organizados por una unidad de inteligencia Argentina que surgió domésticamente como "guerra sucia" del país y estaba tomando su cruzada "anticomunista" de terror a través de las fronteras. Después de que Reagan asumió el cargo en 1981, autorizó a la CIA que se una a la inteligencia Argentina en la expansión de los Contras y su guerra contrarrevolucionaria.
Una parte clave de la estrategia Contra de Reagan fue persuadir a los estadounidenses y el Congreso que los Sandinistas representaban una represiva dictadura comunista que perseguía a la iglesia católica, pretendiendo crear un "calabozo totalitario" y por lo tanto merecía derrocamiento violento.
El gobierno de Estados Unidos secretamente organizó y financió las actividades de la oposición interna supuestamente "independiente" en Nicaragua. Y, según fuentes de más de una docena de entrevistas con el movimiento Contra o de la inteligencia de Estados Unidos, la administración Reagan había canalizado dinero de la CIA en prácticamente todos los segmentos de la oposición interna, de la iglesia católica, a la prensa, a los negocios, a los grupos de trabajo y a los partidos políticos.
"Siempre hemos tenido la oposición interna en la nómina de la CIA", dijo un funcionario del gobierno estadounidense. Una línea presupuestaria de la CIA para la acción política nicaragüense – aparte de las operaciones militares de la Contra – de unos $10 millones al año, según las fuentes. El reporte de Parry indica que la CIA había estado usando a la iglesia y el Cardenal Miguel Obando y Bravo para canalizar dinero a Nicaragua.
Obando fue un operador pero igualmente un complejo personaje. En la década de 1970, criticó la represión de la dictadura de Somoza y expresó al mismo tiempo su simpatía por los jóvenes revolucionarios sandinistas que intentaban lograr cambios sociales y económicos de Nicaragua.
Sin embargo, tras el asesinato de Romero en El Salvador y el repudio del papa Juan Pablo II respecto a la "teología de la liberación", Obando se desplazó torpemente en el campo anti-Sandinista, atacando a la "iglesia populista” y acusando a los Sandinistas de "comunismo atéo".
Fue premiado el 25 de mayo de 1985, cuando el Papa lo nombró Cardenal de América Central. Luego, a pesar de la creciente evidencia de las atrocidades de los Contra, Obando viajó a los Estados Unidos en enero de 1986 y lanzó su apoyo a una renovación de la ayuda militar a los Contras.
Todo esto hizo mucho más sentido después de otros factores en que Obando esencialmente había sido puesto en la planilla de la CIA. Los fondos de la CIA para la iglesia católica de Nicaragua fue originalmente descubierto en 1985 por los comités de supervisión de inteligencia del Congreso estadounidense, que luego insistió en que el dinero sea cortado para evitar comprometer aún más a Obando.
Pero la financiación fue simplemente transferida a otra operación secreta - Irangate - dirigida por un asistente de la Casa Blanca, Oliver North. Parry destaca que sus fuentes revelaron que en el otoño de 1985, North destinó $100.000 de su dinero privado para Obando por sus actividades anti-Sandinista.
A continuación la entrevista que Anibal Ibarra le hiciera al padre Pablo Migone, actualmente en la diócesis de Savannah, Georgia, sobre la relación de la Santa Sede y monseñor Romero. El padre Migone es descendiente peruano y estudió en El Vaticano, de ahí la trascendencia de su comentario.
25 años reclamando cierre de Escuela Militar
El padre Roy Bourgeois, candidato al Premio Nobel de la Paz del 2009, es el fundador de School of the Americas Watch (SOAW), movimiento por el cierre de la Escuela de las Américas, organización que fundó como consecuencia del asesinato de los padres jesuitas de la UCA y dos mujeres, hecho sucedido en El Salvador el 16 de noviembre de 1989. Militares y paramilitares instruidos en SOA habrían sido los perpetradores, conforme a SOAW.
En el 2014 SOAW marca 25 años de movilización contra la escuela militar, que inicialmente operó en Panamá, luego pasó a Fort Benning in Columbus, Georgia. Hoy día el centro de instrucción se denomina Western Hemisphere Institute for Security Cooperation, pero el grupo de Bourgeois sostiene que la escuela no ha cambiado su objetivo que se remonta a la “guerra sucia” en el continente latinoamericano.
El ex sacerdote jesuíta ha sido excomulgado de la Iglesia Católica por decisión de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe a consecuencia de su decisión consecuente de no retractarse por su apoyo a la ordenación de mujeres como sacerdotes.
Mes de la Hispanidad
Del 15 de setiembre al 15 de octubre se celebra en Estados Unidos el Mes de la Hispanidad. Con tal motivo diferentes actividades se organizan para magnificar la comida, el baile y la lengua española en el país. Sin embargo aspectos controversiales o polémicos o que puedan crear ciertos disgustos no son discutidos o expuestos, desafortunadamente.
De ahí parte la intención de este artículo para que no solo a lo largo de estos treinta días, sino que permanentemente, se tenga en cuenta que la historia latinoamericana está ligada a grandes sufrimientos y que la conquista de la libertad de los pueblos no tiene fronteras.
Editado por Anibal Ibarra
Fuentes: US Catholic - Robert Parry - El Vaticano - Fides
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